Santa Marta: historia, milagros y oración del 29 de julio

Cada 29 de julio, la Iglesia Católica conmemora a Santa Marta, una mujer de profunda fe, conocida por ser una de las amigas más cercanas de Jesús, junto a sus hermanos María y Lázaro. Su historia, llena de humildad y servicio, ha inspirado a miles de fieles que hoy acuden a ella en busca de ayuda, protección y milagros.
¿Quién fue Santa Marta?
Santa Marta vivía en Betania, una aldea cercana a Jerusalén. Según los Evangelios, fue anfitriona de Jesús en varias ocasiones. Destacó por su espíritu servicial, aunque también expresó abiertamente sus sentimientos y preocupaciones ante el Maestro.
Uno de los episodios más conmovedores ocurre cuando Marta reclama a Jesús la muerte de su hermano Lázaro. Jesús responde con uno de sus mayores milagros: lo resucita. Este acto no solo reafirmó la fe de Marta, sino que la convirtió en testigo de la gloria de Dios.
Santa Marta en la tradición cristiana
La figura de Marta representa la acción con fe. Mientras su hermana María escuchaba a Jesús, Marta se preocupaba por atenderlo. Aunque inicialmente Jesús le recordó que “María escogió la mejor parte”, su mensaje fue claro: el servicio también es una forma de amor.
Con el tiempo, Marta fue venerada no solo como una mujer fuerte y creyente, sino como una intercesora poderosa en casos imposibles, sobre todo para quienes enfrentan problemas en el hogar, el trabajo o situaciones económicas difíciles.
Celebración el 29 de julio
Desde el año 2021, el Papa Francisco estableció que el 29 de julio no solo se celebre a Marta, sino también a sus hermanos María y Lázaro, como testimonio de vida familiar y amistad cristiana. No obstante, Santa Marta conserva un lugar especial en la devoción popular.
En muchos países de América Latina, especialmente en México, los fieles encienden velas, acuden a misa o rezan novenas para agradecer favores concedidos o pedir por una necesidad urgente.
Oración a Santa Marta para pedir su ayuda
Oración poderosa a Santa Marta:
“¡Oh gloriosa Santa Marta!
Amiga de Jesús y testigo de su poder,
acudo a ti en este momento de dificultad.
Tú que confiaste aun en medio del dolor,
intercede por mí ante el Señor.
Ayúdame a superar esta prueba (mencionar aquí la petición).
Te suplico que no me abandones,
y que tu fuerza me acompañe cada día.
Amén.”
Muchos recomiendan rezarla por 9 días seguidos, con fe y confianza, acompañándola de una vela blanca.
