La Iglesia es Una, Santa, Católica y Apostólica
Símbolo Niceno-Constantinopolitano
El Símbolo Niceno-Constantinopolitano, junto con el Símbolo de los Apóstoles, subraya la relación directa entre el Espíritu Santo y la Iglesia. Santo Tomás explica que así como un cuerpo tiene una sola alma y varios miembros, la Iglesia es un solo cuerpo vivificado por el Espíritu Santo. Por ello, se cree en la Iglesia inmediatamente después de profesar fe en el Espíritu Santo.
Las Notas de la Iglesia
Las cuatro notas de la Iglesia, “una, santa, católica y apostólica”, son características fundamentales que la definen. El Concilio Vaticano I describe la unidad de la Iglesia como un vínculo de fe y caridad entre todos los fieles. El Concilio Vaticano II refuerza esta idea, describiendo a la Iglesia como un todo visible, una comunidad de fe, esperanza y caridad que está tanto en la tierra como enriquecida por bienes celestiales.
La Unidad de la Iglesia
La unidad de la Iglesia es una realidad esencial y no un ideal inalcanzable. Desde los primeros días de Pentecostés, la Iglesia ha sido una, y esta unidad ha sido reconocida y predicada desde el comienzo. A pesar de las tensiones históricas que han amenazado esta unidad, como las divisiones entre los primeros cristianos, la Iglesia siempre ha defendido la unidad como una verdad fundamental. El Concilio Vaticano II subraya que el Espíritu Santo es la fuente de todos los esfuerzos para superar divisiones y promover la reunificación de los cristianos.
La Santidad de la Iglesia
La santidad de la Iglesia proviene de su origen divino y de la obra de Cristo, quien la santificó mediante su sacrificio y el don del Espíritu Santo. La Iglesia es santa en su fin, que es la gloria de Dios y la salvación de los hombres, y en los medios que utiliza para lograr este fin, como la enseñanza de Cristo, los sacramentos, especialmente la Eucaristía, y la vida de oración. Esta santidad se refleja en la vida de los cristianos y en la historia de la Iglesia, confirmando la verdad de la fe en su santidad.
La Catolicidad de la Iglesia
La Iglesia es católica, es decir, universal, desde su origen, y está destinada a abarcar a toda la humanidad. San Ignacio de Antioquía fue el primero en usar el término “católica” para describir a la Iglesia, indicando que donde está Cristo, allí está la Iglesia católica. Esta universalidad es un don divino que permite a la Iglesia transcender límites culturales y geográficos, cumpliendo con el mandato de Cristo de hacer discípulos en todas las naciones.
La Apostolicidad de la Iglesia
La Iglesia es apostólica porque fue fundada por Cristo sobre los Apóstoles y conserva la tradición apostólica. Esta tradición es custodiada por los sucesores de los Apóstoles, asistidos por el Espíritu Santo, y es compartida por todos los creyentes en comunión con sus pastores. La apostolicidad no se limita a la jerarquía eclesiástica, sino que es una característica de toda la Iglesia, que está unida a Cristo a través del vínculo con los Apóstoles, como se expresa en la Carta a los Efesios: “Edificados sobre el cimiento de los Apóstoles y profetas, siendo la piedra angular Cristo”.
Continuar Su Misión en la Tierra
Cristo fundó la Iglesia para continuar su misión de salvar a la humanidad. Después de su ascenso al cielo, la Iglesia actúa como su Cuerpo Místico, encargada de difundir su enseñanza, administrar los sacramentos y guiar a los fieles en la vida cristiana. La Iglesia es el medio por el cual Cristo continúa presente en el mundo y lleva a cabo su obra redentora.
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