Vida y conversión: una búsqueda sincera de Dios
Edith Stein nació en Breslavia el 12 de octubre de 1891, en el seno de una familia judía profundamente creyente. Filósofa brillante, discípula de Edmund Husserl, fue una de las primeras mujeres en doctorarse en filosofía en Alemania.
Tras un periodo de ateísmo y búsqueda intelectual, su encuentro con Cristo cambió el rumbo de su vida. La lectura de la Vida de Santa Teresa de Jesús tocó tan profundamente su corazón, que en 1921 decidió recibir el bautismo. Desde entonces, su amor por la verdad se unió inseparablemente a su fe en Jesucristo.
De filósofa a Carmelita descalza y esposa de Cristo
En su deseo de vivir radicalmente el Evangelio, Edith ingresó al Carmelo y tomó el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz. Su vida fue una unión constante entre contemplación y estudio, oración silenciosa y servicio humilde.
En el convento escribió obras espirituales llenas de profundidad, como La ciencia de la Cruz, donde unió su pensamiento filosófico con la mística del sufrimiento redentor.
Mártir de la fe: un sí hasta el final
En 1942, durante la persecución nazi, Teresa Benedicta y su hermana Rosa fueron arrestadas por ser judías convertidas al catolicismo. Antes de partir hacia Auschwitz, pronunció con serenidad:
“Ven, vamos por nuestro pueblo.”
El 9 de agosto de 1942, entregó su vida junto a tantos inocentes. Murió con la certeza de que nada, ni la muerte, podía separarla del amor de Cristo.
Reconocimiento y legado espiritual
Fue beatificada en 1987 y canonizada en 1998 por San Juan Pablo II, quien la declaró copatrona de Europa en 1999, junto a Santa Brígida y Santa Catalina de Siena.
Hoy, Santa Teresa Benedicta de la Cruz es faro para quienes buscan unir la razón y la fe, y ejemplo de entrega total a Dios incluso en medio de la oscuridad. Su vida nos enseña que la verdad no es solo una idea, sino una Persona: Jesucristo.
